lunes, 19 de agosto de 2013

Con Z de zombi

Carlos Alberto Scolari en su obra Narrativas Transmedia, auténtica biblia para todos aquellos que quieran aproximarse por vez primera a esta forma de narrativas, habla de Los Simpson como de una ecuación capaz de aplicarse a cualquier medio y universo narrativo. Según Scolari, y la experiencia de las más de dos décadas de vida de la serie le dan la razón, todo personaje e historia son factibles de "simpsonizarse".

Los últimos años, tanto en la literatura, como en el cine y la televisión, se ha puesto de manifiesto que hay otra ecuación que puede aplicarse con similar éxito. La ecuación Z. Y es que el fenómeno zombi es aplicable a todo aquello que podamos imaginar.

Mucho ha llovido desde aquel lejano 1932 en que se estrenó la primera película de temática zombi de la historia, White Zombie. O desde que en 1968 George A. Romero, en su La noche de los muertos vivientes plantase todas las bases del género de zombis en el terror moderno. Ochenta y un años después de la primera película, o cuarenta y cinco de la obra de culto de Romero, el género zombi, al contrario que sus grandes protagonistas, goza de una salud envidiable. 

Y es que en los últimos años hemos visto como estas criaturas terroríficas, ya sea en su forma de rápidos y sangrientos infectados, o en la de los lentos e imparables muertos vivientes, se han adueñado del imaginario colectivo dominando todas las formas de entretenimiento.

Tras unos años en que los vampiros dominaban el panorama audiovisual, gracias o por desgracia de los amoríos adolescentes nacidos de la pluma de Stephenie Meyer, desde hace cosa de una década los zombis han ido ganando terreno, pasito a pasito, hasta hacerse con el control indiscutible del género de terror. Incluso de otros géneros. Exactamente desde que en 2003 Max Brooks publicara su Zombi-Guía de supervivencia. A la que tan solo tres años después le seguiría la ya mundialmente famosa Guerra Mundial Z: Una historia oral de la guerra zombi. 

Desde ese día los muertos vivientes se han adueñado, y con idéntico éxito, de todas las parcelas del entretenimiento. A la magnífica serie de comics creada por Robert Kirkman, The Walking Dead, que cuenta con la no menos exitosa versión televisiva que a punto está de arrancar su cuarta temporada, tenemos que añadir el reciente estreno del blockbuster veraniego Guerra Mundial Z, adaptación muy libre del libro de Max Brooks protagonizada por Brad Pitt. Y en el campo del ocio electrónico títulos como los de la larga franquicia Resident Evil (con su correspondiente salto al mundo del cine, la literatura y el cómic, en un claro ejemplo de uno de los universos transmedia más exitosos jamás creados) hay que sumar títulos como Dead Island, que han gozado del mismo éxito de crítica como de público. Esto por no hablar de los zombis en la literatura más allá de la mentada obra de Max Brooks, donde autores españoles como Carlos Sisi o Manel Loureiro han saltado el charco convirtiéndose en autores con gran impacto en el mercado norteamericano.

Como hemos visto los muertos vivientes dominan todas las formas de entretenimiento. Pero, ¿no habíamos hablado de la fórmula zombi como aplicable a otros géneros?  En efecto, el fenómeno zombi como ecuación aplicable a cualquier narrativa o universo es una realidad. Títulos como Orgullo y Prejuicio y Zombis (que en 2015 tiene prevista su adaptación cinematográfica), LaZarillo, matar zombis nunca fue pan comido (que también amenaza con su salto a la gran pantalla) o Quijote Z, por citar solo tres ejemplos, son una clara muestra de que los zombis tienen cabida en cualquier historia. Con más o menos guasa, eso si. Como la del genial cómico Berto Romero y sus monólogos zombi. 

En el espacio tan pequeño de una entrada en una bitácora resulta imposible analizar las razones del incuestionable éxito del fenómeno zombi. Sea por las razones que fuere los muertos vivientes son unas criaturas que con un paso lento pero inexorable se han adueñado de todas las formulas narrativas. El caso es que las leyes del mercado, que dicen que toda moda tiene un principio y un final, indican que el fenómeno zombi tiene que morir en breve. Pero claro, hablamos de zombis, de muertos vivientes. Y como el cine y la literatura han demostrado darlos prematuramente por muertos puede ser un error fatal.