Carlos Alberto Scolari en su obra Narrativas
Transmedia, auténtica biblia para todos aquellos que quieran aproximarse por
vez primera a esta forma de narrativas, habla de Los Simpson como de una
ecuación capaz de aplicarse a cualquier medio y universo narrativo. Según
Scolari, y la experiencia de las más de dos décadas de vida de la serie le dan
la razón, todo personaje e historia son factibles de "simpsonizarse".
Los últimos años, tanto en la literatura, como
en el cine y la televisión, se ha puesto de manifiesto que hay otra ecuación
que puede aplicarse con similar éxito. La ecuación Z. Y es que el fenómeno zombi
es aplicable a todo aquello que podamos imaginar.
Mucho ha llovido desde aquel lejano 1932 en que
se estrenó la primera película de temática zombi de la historia, White Zombie.
O desde que en 1968 George A. Romero, en su La noche de los muertos vivientes
plantase todas las bases del género de zombis en el terror moderno. Ochenta y
un años después de la primera película, o cuarenta y cinco de la obra de culto
de Romero, el género zombi, al contrario que sus grandes protagonistas, goza de
una salud envidiable.
Y es que en los últimos años hemos visto como
estas criaturas terroríficas, ya sea en su forma de rápidos y sangrientos
infectados, o en la de los lentos e imparables muertos vivientes, se han
adueñado del imaginario colectivo dominando todas las formas de
entretenimiento.
Tras unos años en que los vampiros dominaban el
panorama audiovisual, gracias o por desgracia de los amoríos adolescentes
nacidos de la pluma de Stephenie Meyer, desde hace cosa de una década los zombis
han ido ganando terreno, pasito a pasito, hasta hacerse con el control indiscutible
del género de terror. Incluso de otros géneros. Exactamente desde que en 2003 Max
Brooks publicara su Zombi-Guía de supervivencia. A la que tan solo tres años
después le seguiría la ya mundialmente famosa Guerra Mundial Z: Una historia
oral de la guerra zombi.
Desde ese día los muertos vivientes se han
adueñado, y con idéntico éxito, de todas las parcelas del entretenimiento. A la
magnífica serie de comics creada por Robert Kirkman, The Walking Dead, que
cuenta con la no menos exitosa versión televisiva que a punto está de arrancar
su cuarta temporada, tenemos que añadir el reciente estreno del blockbuster
veraniego Guerra Mundial Z, adaptación muy libre del libro de Max Brooks
protagonizada por Brad Pitt. Y en el campo del ocio electrónico títulos como los
de la larga franquicia Resident Evil (con su correspondiente salto al mundo del
cine, la literatura y el cómic, en un claro ejemplo de uno de los universos transmedia más exitosos jamás creados) hay
que sumar títulos como Dead Island, que han gozado del mismo éxito de crítica
como de público. Esto por no hablar de los zombis en la literatura más allá de
la mentada obra de Max Brooks, donde autores españoles como Carlos Sisi o Manel
Loureiro han saltado el charco convirtiéndose en autores con gran impacto en el
mercado norteamericano.
Como hemos visto los muertos vivientes dominan
todas las formas de entretenimiento. Pero, ¿no habíamos hablado de la fórmula
zombi como aplicable a otros géneros? En
efecto, el fenómeno zombi como ecuación aplicable a cualquier narrativa o
universo es una realidad. Títulos como Orgullo y Prejuicio y Zombis (que en
2015 tiene prevista su adaptación cinematográfica), LaZarillo, matar zombis
nunca fue pan comido (que también amenaza con su salto a la gran pantalla) o
Quijote Z, por citar solo tres ejemplos, son una clara muestra de que los
zombis tienen cabida en cualquier historia. Con más o menos guasa, eso si. Como la del genial cómico Berto Romero y sus monólogos zombi.
En el espacio tan pequeño de una entrada en una
bitácora resulta imposible analizar las razones del incuestionable éxito del
fenómeno zombi. Sea por las razones que fuere los muertos vivientes son unas
criaturas que con un paso lento pero inexorable se han adueñado de todas las
formulas narrativas. El caso es que las leyes del mercado, que dicen que toda
moda tiene un principio y un final, indican que el fenómeno zombi tiene que
morir en breve. Pero claro, hablamos de zombis, de muertos vivientes. Y como el
cine y la literatura han demostrado darlos prematuramente por muertos puede
ser un error fatal.