viernes, 21 de junio de 2013

Larga vida a Tony Soprano

A pesar de que el capítulo final de esta ya mítica serie se emitió el 10 de junio de 2007, en las últimas semanas “The Sopranos” ha estado de nuevo en el candelero por dos motivos muy diferentes. En primer lugar porque el poderoso sindicato de guionistas de Estado Unidos (WGA) acaba de elegirla como la serie mejor escrita de la historia (nada que objetar por nuestra parte). En segundo lugar, por la trágica y prematura muerte de James Gandolfini, el actor que interpretó magistralmente durante seis temporadas a Tony Soprano, protagonista absoluto de esta obra maestra de la narrativa audiovisual.

Es un hecho irrefutable que vivimos una época dorada para las series de TV, que han eclosionado en la última década gracias fundamentalmente a las cadenas de cable: la HBO y la AMC están produciendo joyas como “Boardwalk Empire” o “Mad Men” (¡literatura en movimiento!), sin olvidar clásicos como “The Wire”. Los escritores más talentosos y los actores-estrella se afanan por trabajar para la otrora denostada caja tonta. A este festín creativo (y económico) se han sumando canales como Showtime, FX o Starz y nombres de la talla de Spielberg o Neil Jordan. Incluso un pequeño país como Dinamarca está desarrollando ficciones de una calidad sobresaliente. Y todavía permanece fresco el impacto que causó en la audiencia global el noveno capítulo de la tercera temporada de “Game of thrones”: la inolvidable Boda Roja.   

Bien, planteemos dos preguntas: 1. ¿A qué se debe este fenómeno de dimensiones planetarias? 2. ¿Cuál es el papel de Tony Soprano en todo esto? Empecemos por responder a la segunda. Es cierto que hubo antecedentes, siempre los hay, pero The Sopranos fue la que abrió el camino: una serie real como la vida misma, que no sólo triunfó por tocar el siempre fascinante tema de la Mafia italoamericana, sino porque diseccionaba como nadie lo había hecho el matrimonio y el núcleo familiar, entendidos como unidades sociales básicas.

Y qué decir de Tony, un personaje carismático, contradictorio, tierno, violento, divertido, psicopático…  Robert McKee, gurú de la escritura guionística, ha llegado a decir: “Tony Soprano es más complejo que Hamlet”. He ahí la cuestión: Tony es complejo porque trasciende el mero personaje para convertirse en persona de carne y hueso, en un ser humano tridimensional con una riqueza de matices y una variedad de emociones similar a la de cualquiera de nosotros.

En un largometraje estándar, por lo común, se nos presenta un personaje con unas características definidas que van variando a medida que recorre su arco de transformación. Pues bien, Tony Soprano sencillamente no cabe en una historia de dos horas.

Eso nos lleva a la clave que explica el éxito de las series: el mundo está cambiando muy rápido, la realidad se complica, la vida se hace más intrincada. El público ha madurado y ya no le resulta creíble que un héroe sano, guapo y de moral intachable mate al malo, salve La Tierra y enamore a la chica en apenas 120 minutos. Las series, por el contrario, permiten contar historias que en total duran 50, 70, 100 horas… Técnicamente no hay límite. Y en ese tiempo sí se puede mostrar a una persona de verdad, con su juego de luces y sombras, y la maravillosa profundidad de un alma humana en la que seamos capaces de reconocernos.

Así que gracias, Tony, por los buenos ratos, y por lo mucho que nos enseñaste sobre nosotros mismos.    

miércoles, 19 de junio de 2013

Superman

El 1 de junio de 1938 llegaba a las librerías americanas el número uno de la revista Action Comics. En la portada aparecía por vez primera el que es, probablemente, el arquetipo de dios de la mitología de los tiempos modernos, la mitología súper-heroica: Superman. Para celebrar su setenta y cinco cumpleaños las pantallas de cine de todo el mundo reciben en estas fechas una nueva adaptación del personaje, el blockbuster Man of Steel, con un éxito de público y crítica casi unánime (hay que destacar que, curiosamente, las voces más discordantes vienen de guionistas de la DC Cómics, editora de los comics).

Nacido de la imaginación de Jerry Siegel y Joe Shuster, Kal-El, último superviviente del mundo desaparecido de Krypton, es a día de hoy, 75 años después de su primera aparición, el icono más representativo de la mitología moderna. Si al hablar de otro de esos personajes icónicos de la cultura popular  nacidos en los años 30, Conan, decíamos que es un antihéroe, un precursor de los personajes que habitualmente pueblan nuestro cine y literatura más moderna; está claro que Superman está en el extremo opuesto. Superman es el modelo de héroe encarnado, el molde en el que se han de comparar todos los superhéroes.  

Desde aquel lejano día de primavera de los años 30 hasta hoy la popularidad del Hombre de Acero no ha dejado jamás de crecer. Razón por la cual su figura es una de las más representadas en todos los medios narrativos. Un personaje transmediático como pocos, cuyas aventuras se han narrado tanto en el cómic que le vio nacer, comoen series de televisión, seriales de radio, novelas, videojuegos, juegos de roly en la gran pantalla. Un moderno Aquiles que nació en unos momentos muy parecidos a los que estamos viviendo.

Y es que en tiempos difíciles como estos el público necesita de héroes como Superman. Seres dotados de capacidades sobrehumanas y de unos valores tan elevados que los conviertan en referentes contra la injusticia que nos rodea. En sociedades tan manifiestamente descreídas como la europea en general, o la española en particular, podría parecer que dicho tipo de personajes están condenados al fracaso. Nada más lejos de la realidad.

La popularidad de este tipo de héroes es tan enorme aquí como fuera del Viejo Continente. Los valores tan humanos que representan son patrimonio de la humanidad. Los hombres necesitamos de héroes que nos inspiren. Si no se lo acaban de creer tan solo tienen ustedes que hacer el favor de ver las audiencias semanales que tiene en España la serie Águila Roja, que no es otra cosa que una especie de superhéroe del Siglo de Oro.

Por ese motivo, por el enorme éxito que tienen estos personajes entre el público, los miembros de ShotWords no acabamos de explicarnos porque no aparece una nueva hornada de héroes en la ficción nacional. Los creadores del Águila Roja lo comprendieron bien; hay que quitarse los complejos, nuestro sentido del ridículo, nuestra falas pose de estar de vuelta de todo. Necesitamos héroes que nos den esperanza, aunque solo sea en la ficción. Por ese motivo le damos de nuevo la bienvenida al Hombre de Acero. Ojalá en los próximos tiempos veamos nacer muchos más dioses modernos que nos ayuden en estos tiempos oscuros.

lunes, 17 de junio de 2013

Tuiteratura


“Todos los creadores buscan nuevas formas de expresión”. Esta frase aparecía en un artículo de Toni García en El País Cultural del pasado 12 de mayo (edición digital, es la única que leo) y que hablaba de pasada de como el director de cine Steven Soderbergh era el último en iniciar una aventura literaria en la red social. El artículo, que se titulaba HA NACIDO LA TUITERATURA, hacía mención a este nuevo género, en el que en ShotWords hemos hablado ya en un par de ocasiones.

Basta pasearse por la interesantísima librería Panta- Rhei en Calle Hernán Cortés, 7, Madrid para comprobar que este género tan digital e internauta se edita en papel desde hace tiempo en el mundo anglosajón. Twitenovelas, diarios twiteados e incluso sesudos ensayos de doscientas páginas en 140 caracteres se amontonan en el mostrador que la librería tiene dedicado a rarezas exquisitas, como yo las llamo. Parece ser que el estadounidense Matt Stewart fue el pionero de este género, cuando en 2009 publicó en Twitter un libro suyo, La revolución francesa, que no conseguía editar por los cauces tradicionales. Quizá por pura chiripa o por clarividencia, Stewart inició la publicación diaria de sus 3.700 tuits hasta poner online los casi 480 mil caracteres del libro. Y por si sus seguidores se habían perdido en algún punto, ofreció su novela por Scribd y Amazon. 


En el 2010 Jordi Cervera publicó en el Twitter su novela Serial Chicken, a raíz de la Semana Negra de Barcelona, un evento dedicado al género policial. Cada microcapítulo estaba protagonizado por una gallina asesina, con lo cual la novedad era doble: la obra se difundía por tuits (aunque también lo hizo por Facebook, Vimeo, Flickr y Google Maps) y el personaje era un ave homicida... Sin duda de inspiración en el propio pajarito de Twitter.

El uso de las redes sociales para muchos está aniquilando el lenguaje escrito, hace que nuestros hijos escriban cada vez peor, sin tildes, sin puntos, con abreviaturas... La verdad es que parece que estamos en la era del lenguaje críptico (para leer algunos tuits hay que hacer un master primero). Pero Twitter se ha convertido en la gran red social, desbancando a Facebook y mientras dure la racha habrá tuiteratura para rato. Como sucede con todo en esta vida, algunos tuits pasarán al olvido, otros tal vez alcancen la calidad de clásicos o serán piezas de coleccionista u objeto de exclusivas colecciones, ¿quién sabe? Sin duda, Twitter ha conseguido crear más en torno a su red que Facebook, desde un género literario propio a acercar fans a sus famosos o ser un hit en la publicidad on line.  


Esto de los 140 caracteres recuerda mucho a la época de estudiante en Bachillerato, donde empleábamos frases brevísimas para sintetizar conceptos y que así nos fuesen más fáciles de memorizar en un examen. Aunque desde el punto de vista narrativo la mayoría aún gusta de microrrelatos más largos, es cierto que el que emplea el tuit como género  ha de ser tan diestro como lo éramos en la época de los resúmenes, esquemas y, digámoslo, chuletas.  Sintetizar una historia, provocar emociones, llamar a la reflexión, en 140 caracteres es un arte, una demostración de habilidad que muy pocos pueden permitirse aunque sean en realidad muchos los que la escriban. 

Hoy reseñamos aquí algunos de los tuits más originales de la obra CAPERUCITA TUITEADA, de José Luis de Zárate, que viene a demostrar como se puede componer un libro a base de tuits variando sobre el mismo tema, una práctica cada vez más habitual en esto de la tuiteratura. 

Una pareja de cada animal, pero el lobo se niega a subir al Arca sin Caperucita.

Después de hacer el amor el cazador no puede quitarse de la cabeza la idea que algo hay de lobo en Caperucita.

En la terapia para curar su adicción a otras especies Caperucita y el lobo se conocen.

A Caperucita no la aceptan en la manada y al lobo no lo dejan sentarse en la mesa familiar.

El lobo supo que todo había terminado cuando Caperucita se compró un perro.
Se decía que eran celos injustificados pero Caperucita Roja no podía dejar de ver con odio a los tres cochinitos.

Algunos temen al bosque, otros lo buscan incesantes, saben que una manada de caperucitas caza ahí.

La mandó vestida de rojo a un bosque plagado de lobos, sin armas ni compañía. La devoraron, pero no exactamente como quería la madre.

Era un bosque tan oscuro y peligroso que Caperucita y el lobo se abrazaron en la cama de la abuela sintiéndose, al fin, a salvo.

Somos uno, se dijeron con sus cuerpos, roto el límite entre las pieles. Los aldeanos no comprenden por qué Caperucita tiene sombra de lobo.

12 campanadas. El camino largo se volvió corto, Caperucita en Cenicienta, y el lobo feroz en un príncipe sin imaginación en el lecho.