lunes, 16 de septiembre de 2013

ShotWords contada por Daniel Corpas

“¿Shotwords? Un disparo de palabras es un concepto sugerente ya de entrada. ¿Transmedia? Bien, todo el mundo habla de ello pero intuyo cierta confusión en torno al término…”. Éstas quizá fueron las primeras ideas que brotaron en mi cabeza allá por febrero, cuando Carmen Pombero me habló de este proyecto. A ella la conocí literalmente el siglo pasado, en 1999, cuando ambos nos formábamos en la EICTV de San Antonio de los Baños, Cuba. Después coincidimos muy puntualmente, aunque a lo largo de estos últimos años nuestras trayectorias han discurrido hasta cierto punto de forma paralela: ambos acabamos en Madrid ganándonos la vida como guionistas de TV, pese a que su gran vocación, creo, es el teatro, y la mía (esto sí lo sé) la literatura.   

De hecho cuando Carmen me abrió la puerta a Shotwords yo estaba en un punto curioso, y delicado, de mi carrera, tras más de dos años sin ingresar ni un solo euro. Y es que a fines de 2009, tras una larga temporada de intenso trabajo, decidí hacer un paréntesis y tomarme unos meses sabáticos. A veces en la vida uno necesita parar, levantar la cabeza y tratar de ver las cosas en perspectiva. Da miedo, porque nadie te asegura que no estés cometiendo una grave equivocación, pero yo podía permitírmelo y lo hice. Marché unos meses a Nueva York, ciudad que desconocía, y a mi regreso decidí que había llegado el momento de acercarme a la literatura, hacia la que siempre había sentido un respeto casi reverencial. Quité el tapón y los relatos fluyeron, cientos de páginas que me mantuvieron un buen rato encerrado en casa, disfrutando íntimamente la escritura pero también un poco ajeno a la realidad.

Y la realidad era que se me agotaban los ahorros, al principio un colchón bastante mullido, al final una raquítica e incómoda esterilla sobre la que era imposible descansar. Había llegado el momento de buscar un trabajo que no aparecía por ningún sitio. En febrero de 2012 la situación no era aún desesperada pero sí preocupante, dada la parálisis que aquejaba al sector televisivo: la crisis afectaba de lleno a la inversión publicitaria, lo cual se traducía en ausencia de nuevos proyectos y una larga fila de profesionales en paro. Mal panorama. Tocaba agudizar el ingenio.

Retomé el contacto con Carmen, cuya mente inquieta había llegado a las mismas conclusiones que la mía: la narrativa estaba evolucionando y buscaba nuevos cauces, obligada por la difícil coyuntura económica pero al mismo tiempo impulsada por Internet y la explosión tecnológica. Igual que la TV, el cine languidecía, acosado por los recortes, la incoherencia del modelo y, todo hay que decirlo, la falta de calidad; tampoco el mundillo editorial andaba muy boyante, obcecado en demonizar al ebook en vez de concentrar esfuerzos en hacer autocrítica y adaptarse a los cambios.

Hoy, seis meses después de iniciada la aventura Shotwords, muchas horas de trabajo y reflexión me permiten afirmar que el contexto es, en efecto, apasionante: hemos analizado un buen número de universos transmedia y hemos rastreado una red en ebullición en busca de fenómenos como Moderna de Pueblo o Hijos de Mary Shelley. La sociedad y la vida en general se han hecho más complejas, y por tanto la narrativa, que es nuestra forma de entenderlas, también.  

Esto es una metáfora muy personal, pero como narrador me siento partícipe de una suerte de conquista de Oklahoma: todos en línea, a la espera del pistoletazo de salida, y a nuestros pies un inmenso territorio ignoto, la narrativa del siglo XXI, a la espera de que los más atrevidos planten su bandera.

Es un privilegio vivir en esta época tumultuosa en la que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. Y sobre todo es un placer, y un continuo proceso de aprendizaje, compartir el viaje con Carmen y Eduardo, el tercer vértice de Shotwords, que me ha descubierto que la narrativa puede ser el más divertido de los juegos.

Paradójicamente, la enseñanza fundamental que he extraído de la experiencia Shotwords es que de algún modo ya está todo inventado desde Homero (¿acaso no es la Odisea un spin-off de la Ilíada?). Por tanto ésta es mi única certeza de cara al futuro: una historia transmedia debe ser ante todo una buena historia. Y en estos tiempos inciertos, más que nunca, el ser humano precisa de buenas historias.

Por ello, y para no quedarnos en la pura especulación teórica, el próximo lunes os presentaremos una en la que hemos invertido toda nuestra ilusión y todo nuestro oficio: SINARQUÍA. Esperamos no dejar indiferente a nadie.