Para que un universo transmedia de animación funcione hace falta un protagonista con carisma. Esa es la conclusión a la que hemos llegado tras investigar en este mundo de las nuevas narrativas. Da igual que el dibujo sea horrible, que la historia no valga nada o incluso que sea de lo más irreverente. Si el prota engancha, el universo es un éxito.
En España tenemos el orgullo de ser responsables de dos de los universos transmedia de animación de mayor éxito mundial: Pocoyo y Las tres mellizas.
La clave de tanto éxito no está, como se pueda creer, en el escenario 3D con un plano blanco y sin fondo de colores del mundo de Pocoyo creado con el software Softimage XSI (la compañía fue adquirida en el 2008 por Autodesk), un software rápido y de fácil manejo, el primer paquete comercial que ofrecía cinemática inversa para la animación de personajes. Aunque contribuyó al éxito dada su originalidad, desde luego.
Le acompañan sus amigos, Pato, Elly, Pajaroto y su mascota Loula. Cada uno de ellos tiene características que les hacen únicos y juegan papeles determinantes en el mundo de Pocoyo. Pato, por ejemplo, es cascarrabias, tímido y cauteloso. Elly es lo opuesto. Afable, cariñosa, alegre, juguetona y amigable. Pajaroto pasa de todo y odia ser molestado. Y Loula es servicial y leal. Además, cada uno tiene aficiones que les hacen únicos y algún elemento característico (el gorro verde de pato, los patinetes, la mochila y el amor por el ballet de Elly…)
Todo en Pocoyo funciona. La sonorización (es increíble la cantidad de sonidos que hay en cada capítulo y en todo el universo en general, sin que nada sobre ni moleste) y, por supuesto, las animaciones cuidadas al detalle.
Mi favorito es el primero, al que conocí gracias a mi hijo, que llegó a ser un auténtico fan. Pocoyo, creado por David Cantolla, Colman López, Luis Gallego y Guillermo García Carsi, producida por Zinkia Entertainmenty distribuida por ITV Global, se emitió en enero de 2004 por primera vez en Inglaterra. Los creadores del programa fueron los mismos, a excepción de Colman López. En su reparto contó nada menos que con Stephen Fry dando voz al narrador. Ha sido traducido al portugués, italiano, inglés y japonés.
Su universo transmedia arranca a partir de dos excelentes temporadas de cincuenta y dos episodios cada una y siete minutos de duración; un corto para cine y televisión; dos videojuegos para DS y Wii y un mundo online llamado mundopocoyo.com... Amén, claro está, de un surtido merchandising que incluye libros, juguetes, juegos, revistas, vajillas de cocina y un largo etcétera.
La clave de tanto éxito no está, como se pueda creer, en el escenario 3D con un plano blanco y sin fondo de colores del mundo de Pocoyo creado con el software Softimage XSI (la compañía fue adquirida en el 2008 por Autodesk), un software rápido y de fácil manejo, el primer paquete comercial que ofrecía cinemática inversa para la animación de personajes. Aunque contribuyó al éxito dada su originalidad, desde luego.
No. El gran triunfo de Pocoyo fue Pocoyo. Ya solo el nombre lo dice todo. Un niño feliz con mayúsculas, que apenas habla y que se relaciona con el mundo (y los objetos) que le rodean a través del juego. Pocoyo, al igual que cualquier niñ@ de preescolar, descubre el mundo interactuando con él. Y esa identificación con el protagonista es la clave. El niñ@ espectador descubre a la vez que Pocoyo. Es más, gracias al narrador que le increpa constantemente, tiene que ayudarle en sus descubrimientos, potenciando la empatía con el personaje. Además, estimula la creatividad y la imaginación de sus seguidores con su “aprender riendo”, lo que siempre es del agrado de los padres. El muñeco es simpático, tierno, cariñoso. Entrañable.
Le acompañan sus amigos, Pato, Elly, Pajaroto y su mascota Loula. Cada uno de ellos tiene características que les hacen únicos y juegan papeles determinantes en el mundo de Pocoyo. Pato, por ejemplo, es cascarrabias, tímido y cauteloso. Elly es lo opuesto. Afable, cariñosa, alegre, juguetona y amigable. Pajaroto pasa de todo y odia ser molestado. Y Loula es servicial y leal. Además, cada uno tiene aficiones que les hacen únicos y algún elemento característico (el gorro verde de pato, los patinetes, la mochila y el amor por el ballet de Elly…)
A uno protagonista carismático y unos secundarios bien diseñados, se le unen los originales argumentos creados por el también director Guillermo García Carsí, argumentos sencillos pero para nada simples (ojo que esta es otra clave de su éxito) y, por supuesto, unos cuidados guiones realizados en Estados Unidos.
Todo en Pocoyo funciona. La sonorización (es increíble la cantidad de sonidos que hay en cada capítulo y en todo el universo en general, sin que nada sobre ni moleste) y, por supuesto, las animaciones cuidadas al detalle.
Más adelante van apareciendo nuevos personajes que ayudan, sin duda, a la expansión del universo Pocoyo (Pajarito, el activo bebé que nace de un huevo que cuida Pajaroto; Fred el Pulpo, que vive en el fondo del mar con Ballena y es un maestro de los malabares; la propia Ballena, silenciosa y a la que Pocoyo conoce en un viaje casual por el fondo marino; Valentina, una oruga de hambre voraz que se convierte en mariposa cuando le place…)
El universo consta hasta de Extraterrestres, unas simpáticas criaturas que Pocoyo conoció en el espacio cuando trataba de encontrar su avión perdido durante un episodio de la serie. Las simpáticas Orquesta Pelota, un grupo de pelotas musicales que tocan la trompeta, tambor y platillos, han ayudado a los niños a descubrir y disfrutar de la música durante distintas fases de la transmedia.
Y aún hay mucho más, ya que el universo sigue expandiéndose gracias a las aventuras en distintos formatos de su protagonista y sus amigos. Lo más curioso de Pocoyo es que los personajes secundarios que aparecen en algún capítulo, se transmedian en otro formato, donde toman papeles más relevantes.
Y aún hay mucho más, ya que el universo sigue expandiéndose gracias a las aventuras en distintos formatos de su protagonista y sus amigos. Lo más curioso de Pocoyo es que los personajes secundarios que aparecen en algún capítulo, se transmedian en otro formato, donde toman papeles más relevantes.
A todo esto se le une Mundopocoyo, un entorno infantil online en el que crear tu propio “yo” virtual y disfrutar de juegos y aventuras junto a los personajes de la serie. Además, ha sido el universo transmedia que más apoyo ha recibido de la cadena pública, que en un principio lo rechazó, y acabó sirviéndose del personaje para enseñar inglés con su Let´s go Pocoyo.
La idiosincrasia de este país, a la que hemos hecho mención muchas veces en ShotWords, hizo que un producto de tal magna calidad y originalidad fuese comprado y emitido con éxito en Reino Unido, Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Australia antes que en España, su país de creación, donde fue sistemáticamente rechazado por las cadenas nacionales. ¿Y todavía nos extrañamos de la fuga de cerebros y creadores que sufrimos en España?
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