lunes, 5 de agosto de 2013

Una nueva forma de adaptación

En los últimos años estamos asistiendo a un fenómeno creciente que quizá pasa desapercibido por estar el debate centrado en tendencias de actualidad como la narrativa transmedia y el branded content. Hasta tal punto ha escapado a la reflexión que incluso se le ha escatimado la inevitable etiqueta con la que tratamos de nombrar cualquier novedad, en nuestro afán, tal vez, por aprehenderla. Ya se ha definido suficientemente el concepto transmedia (una historia contada en distintos soportes y/o formatos), y todos sabemos lo que es una adaptación clásica: cuando la historia narrada, por ejemplo, en una novela es despojada de lo estrictamente literario y adaptada al lenguaje cinematográfico, más visual. Y bien, ¿cómo llamar entonces a lo que viene ocurriendo con series como “The office”, “Shameless” o más recientemente “The bridge”? 

Esta última, por ejemplo, es una ficción sueco-danesa del año 2011 titulada “Broen”, y que arranca con la aparición de un cadáver justo en la mitad del puente que une ambos países. El canal norteamericano FX ha reproducido la misma premisa pero trasladando la acción a la frontera entre Texas y México. ¿Podríamos calificarlo, pues, de remake? No es descartable, pero técnicamente un remake es lo que se hizo con films como “Abre los ojos” (“Vanilla sky”): copiar casi plano por plano una película extranjera con equipo técnico y artístico estadounidense.

Bien es sabido cuán refractaria ha sido siempre la cultura anglosajona, en general, y la norteamericana, en particular, a toda forma de mestizaje o influencia externa. En el ámbito musical todavía siguen catalogando con un eufemístico “músicas del mundo” todo lo que no esté cantado en inglés (sea un fandango o un polca), e intérpretes como Sofía Vergara o Antonio Banderas han tenido que trabajar muy duro para rehuir el cliché latino.

Puesto que la emisión de una serie original escandinava es impensable en EEUU (las audiencias serían catastróficas), la industria audiovisual prefiere comprar el producto y rehacerlo desde cero con actores propios. Nótese que los otros ejemplos citados son series británicas que también fueron recicladas para hacerlas más aptas al gusto americano. Y conste que no es una crítica: un mercado doméstico de 300 millones de personas y su condición indiscutible de primera potencia mundial en entretenimiento se lo permiten. De hecho, los creadores de “Broen” figuran como productores ejecutivos en “The bridge”, lo cual supone un notable avance (ocurre lo mismo con “Homeland”, inspirada en una serie israelí). Conclusión: el imperio empieza a mirar de reojo hacia fuera, y eso es una buena noticia.

En España también se han dado casos parecidos, como “Yo soy Bea” o “Sin tetas no hay paraíso”, formatos colombianos que se europeizaron con bastante éxito.

En cuanto a cómo bautizarlo, no estamos hablando de transmedia, claro, pero tampoco de una adaptación al uso: se convierte una serie de TV en otra serie de TV casi idéntica en cuanto a planteamiento narrativo. Si acaso hay un proceso de adaptación cultural, en función del que el material es reelaborado atendiendo a peculiaridades idiosincráticas (composición racial, sentido del humor, tabúes, etc.). Por tanto, ¿socioadaptación?, ¿narrativa transcultural?

Mejor renunciemos a ponerle nombre y sigamos disfrutándolo y enriqueciéndonos con el intercambio, pues es la perfecta integración de lo local en lo global, de las diversas sensibilidades en una emoción común que todos, como seres humanos, compartimos.