La hiperficción o
narración hipertextual tan en boga es, para quienes aún no la conozcan, una
narración escrita compuesta por un conjunto de fragmentos de texto relacionados
entre sí por enlaces. Tengo la teoría de que quien “relanzó” el asunto de los
hipertextos fue Wikipedia, esos grandes usuarios del hipervínculo que han
acabado por hacerlo una herramienta-estrategia indispensable en cualquier blog
o web 2.0 que se precie hoy día.
Y claro, como no, la
corriente ha traspasado barreras hasta llamar a las puertas de la literatura,
donde el hipertexto se caracteriza por no tener un único camino establecido por
el autor, sino que deja al lector el elegirlo entre varios posibles sin tener a
veces ni tan siquiera un principio establecido o, incluso, carecer de final.
Para los que hemos experimentado alguna vez con la poesía visual, la cosa del hipertexto ya nos sonaba. Es más, tampoco inventamos nada pues desde el siglo XX, los autores han estado buscando sin cesar romper las limitaciones heredadas del período anterior. Ya los surrealistas, los mayores experimentadores del arte de los últimos cien años, buscaban la forma de difuminar la figura del autor y realizar un trabajo colectivo para multiplicar perspectivas e incluso romper el espacio tiempo.
Durante la segunda
mitad del siglo XX las obras no lineales tomaron un definitivo impulso con
autores como Julio Cortázar, Italo Calvino o Borges, aunque el gran “jugador”
de la hipertextualidad siempre fue Raymond Queneau. Hoy en día, proyectos como
el de Electronic Literature tienen entre sus filas a grandes críticos de la
postmodernidad, corriente de los sesenta donde ya se hablaba del perspectivismo.
Con la irrupción de los soportes digitales cada vez se habla más de la narrativa hipermedia, en la que además de texto y enlaces se incluyen elementos multimedia (sonido, foto, imagen en movimiento…). En los blogs y redes como Twitter es habitual ver hiperficción constructiva al más puro estilo de la escritura colaborativa del grupo de André Breton, donde el lector puede modificar la historia. Aunque otros artistas de la literatura digital prefieren seguir en solitario, como Dalí, apostando por su hiperficción explorativa, esto es un solo autor que da libertad al lector para tomar decisiones sobre la obra.
Así pues, viejas
nuevas fórmulas que una vez más adoptan el formato digital para marcar
tendencia. Lo importante siempre es y será experimentar para así enriquecer al
arte y la cultura.
Pareciéndome muy interesante la serie completa de artículos que publicáis en ShotWords, al hilo en concreto de este tuyo, me parece interesante resaltar la gran diferencia con respecto a los referentes históricos: la materialidad de la gran mayoría de sus obras -sin entrar en el objeto original- frente a la inmaterialidad del hipertexto digital y su enormidad, enriquecedor en cuanto a las posibilidades de información -no sólo audiovisual, incluyendo realidad aumentada-, pero todavía demasiado despegado de las tradiciones y formas culturales de la gran mayoría de la población del planeta. La lectura literaria que más se disfruta, digiere y aprovecha es la del libro de papel... de momento.
ResponderEliminarEs debate largo, como otros muchos que proponéis. Espero seguir participando en ellos.
Un saludo.
La pregunta es ¿de momento dónde? En Estados Unidos ya se lee más en formato digital que en papel y Japón nos lleva mucha delantera en esto de los nuevos soportes. ¿Hasta cuándo la experiencia en papel seguirá siendo la que más se disfruta? Sin duda, la respuesta la tienen las generaciones que han nacido en plena revolución tecnológica y no nosotros que nos encontramos inmersos en esta etapa "bisagra" que nos ha tocado vivir...
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