lunes, 6 de mayo de 2013

Aldea de F., un triunfo de la escritura colaborativa


Hemos tratado el tema de la escritura colaborativa como uno de los puntos claves de la narrativa del siglo XXI y también hemos dejado claro nuestro posicionamiento respecto a los microrrelatos, que aunque echaron a andar a mediados del siglo XX, es en este siglo donde el género está alcanzando su mayor difusión y madurez.


La aldea de F. es un claro ejemplo de ambas cosas. Como escritura colaborativa me parece el libro más redondo escrito hasta la fecha. La manera en la que las autoras dialogan entre ellas sin verse, como sus textos se responden unos a otros, otras veces se continúan o se complementan y se completan en algunos casos, es sin lugar a dudas un éxito de colaboración. La responsable de unir estas cuatro voces ha sido la escritora y docente Clara Obligado, una experta en el campo del microrrelato. En palabras textuales puso en contacto a las cuatro autoras “ya que sus textos dialogaban naturalmente y había en ellas una voz peculiar que me hacía sentir que se trataba de una poética común”. Cuando se conocieron, “supieron que estaban hechas para escribir juntas”.

Algo que he podido concluir tras mi propia experiencia es que en los proyectos colaborativos es tan importante el equipo en sí como saber formarlo y coordinarlo. El éxito de este libro se ha debido en parte a la capacidad de Clara para saber ver que este y no otro tenía que ser el equipo para el proyecto que la ocupaba, lo que viene a demostrar que otra de las características de la escritura colaborativa es que cada proyecto necesita de su propio equipo. Los sistemas de trabajo a modo de plantilla fija no tienen futuro en este siglo.


El libro se divide en cuatro secciones: La aldea, Uno de esos accidentes, Terreno implacable, y Traviesos. El segundo y tercer bloque de microrrelatos me han parecido sublimes, de una belleza extraordinaria y de una profundidad que es, desde mi punto de vista, lo mejor de este nuevo género. Es muy difícil en tanta concisión llegar a ser un escritor capaz de ahondar tanto en el tema sobre el que se escribe. Ellas lo consiguen. También es en estos dos bloques, especialmente en el segundo, donde una mayor "contaminación" entre las autoras se hace evidente. Al principio este hecho puede chocar un poco por la falta de costumbre, pero lentamente va arrastrando al lector hasta que éste espera en cada texto descubrir de qué forma se han contaminado, como si de un juego se tratase.

El libro escrito a ocho manos es un homenaje al autor mexicano Juan José Arreola para muchos el mejor y pionero en el género del microrrelato en México. Las Microlocas, como se han bautizado  Isabel González González, Teresa ServánEva Díaz Riobello e Isabel Wagemann, tres españolas y una chilena premiadas y publicadas, retratan el México de Arreola con una precisión que es difícil creer que no sean mexicanas. En cada uno de los microrrelatos van acercando al lector a esa mirada particular del escritor a través de las suyas propias, impregnando sus sentidos con el olor como polvo que avasalla la nariz, el calor opresivo del desierto, el sonido ausente y esa luz que ciega tanto de día y abruma en la noche por su aplastante inexistencia.


Pero sobre todo, el lector acaba siendo parte de los aldeanos de F. en ese juego que es la narrativa del siglo XXI, donde la máxima es implicar al lector a través de un proceso de inmersión que, en esta colección de microrrelatos, alcanza su esplendor. Cuando la lectura de La Aldea de F. concluye, el lector se queda con un sabor de boca agradable, muchas reflexiones sobre las que profundizar, y, sobre todo, con una experiencia única, la vivida por las propias escritoras en este difícil ejercicio de voces entremezcladas que logra salpicar al lector hasta hacerlo cómplice.

Para concluir, una pequeña reflexión del tristemente desaparecido escritor e investigador David Lagmanovich en su imprescindible El microrrelato: Teoria e historia. En este libro escribía "el microrrelato, este nuevo género, deriva del cuento pero no es un sustituto de éste", "nos encontramos frente a una evolución: ciclo novelístico, la novela, la nouvelle o novela corta, el cuento y, finalmente, el microrrelato. Tal es la escala básica de la narratividad". Y es por esta evolución que ShotWords se encuentra aquí, leyendo y analizando todo cuanto tiene que ver con las nuevas formas narrativas del siglo XXI, como ya sabemos no tan nuevas pero que se sirven de la red para crecer, expandirse e implicar al lector como en un juego. Tras leer La aldea de F., estas palabras de Lagmanovich se leen como ciertas.

Publicado en enero por  Punto de Partida, el sello editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el libro está disponible en Amazon y es más que recomendable para todo aquel que quiera disfrutar del género del microrrelato.






2 comentarios:

  1. Muy interesante tu nota, me gusta mucho cómo lo planteas. Y sí, la escritura colaborativa es bien particular, una innovación en muchos sentidos. Sigamos en contacto. Un abrazo. Clara Obligado

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  2. Muchas gracias por tus palabras, Clara. Aquí somos grandes admiradores de tu trabajo y por supuesto de Las Microlocas. Esperamos seguir leyendo y reseñando vuestros trabajos. Un abrazo

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