A
finales del pasado mes de mayo el gigante de la venta por Internet Amazon
anunciaba a bombo y platillo su nuevo movimiento comercial, Amazon KindleWorlds. En su legítimo afán por convertirse en los reyes del mercado mundial
del libro la empresa norteamericana había llegado a un acuerdo con Time
Warner/Warner Bros para comercializar por vez primeras obras producidas por los
fans de tres de sus series de televisión, “Gossip Girl”, “Pretty Little Liars”
y “Vampire Diaries”, fuera del canon oficial de las mismas. Esto es, vender por
vez primera y con licencia obras de fanfiction. Con este movimiento
absolutamente inédito es cierto que Amazon abre un nicho de mercado colosal,
pero con unas consecuencias imprevisibles.
Ya
hablamos en esta misma bitácora, en la entrada dedicada a Game of Thrones, del
fenómeno fanfiction. Un fenómeno que no es exclusivo de nuestro tiempo. El
ejemplo más antiguo y conocido de fanfiction se lo debemos a un escritor que
empleó el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda y que en Tarragona, allá
por 1614, publicó una segunda parte del Quijote que se adelantó en un año a la
aparición de la auténtica segunda parte escrita por Cervantes. Una obra que, si
bien para los estudiosos cervantinos es muy inferior al original en el que se
inspira, sí que gozó de un amplio prestigio entre los lectores el cual le ha
hecho merecedor de haberse perpetuado hasta hoy día. Desde esos años del Siglo
de Oro hasta hoy el fenómeno no ha hecho más que repetirse con el mismo éxito
y, gracias a Internet, multiplicarse ad infinitum. Un claro ejemplo de ello es
la última saga literaria que ha arrasado el mercado, Cincuenta sombras de Grey,
que en origen nació como un fanfiction de la saga vampírica Amanecer.
Cierto
es que el fenómeno fanfiction es tan natural como imparable, pero no menos
cierto es que los autores protegen con celo a sus creaciones. Ya no solo es esa
sensación de paternidad que siente todo creador por su obra, que también, sino
que el derecho a la propiedad intelectual y a la explotación económica de la
misma por parte de los autores es algo que debería ser innegociable. Por eso el
saber hasta dónde pueden llegar esos gigantes comerciales como es Amazon a la
hora de explotar el fenómeno fanfiction es, cuanto menos, inquietante.
Porque
ya hemos hablado en ShotWords de la vital importancia que tiene el lector/espectador,
el prosumidor, a la hora de convertir cualquier producto cultural en un
fenómeno de masas. Muchas obras que artísticamente podríamos calificar de
menores, son gracias a sus fieles prosumidores auténticas obras de culto,
perfectos modelos de la cultura de su tiempo. Por eso en ShotWords pretendemos
tener siempre presente que creamos historias para ser disfrutadas por el público.
Y la clave para que esas historias lleguen al público y este las haga suyas es
que sea buenas historias.
Y ya
que hablamos de buenas historias tengo que adelantar que en breve, si todo
marcha según lo previsto, los que visitáis estas páginas tendréis noticias de
primera mano de nuestro proyecto transmedia. Si, en ShotWords no solo
analizamos el fenómeno transmedia, sino que tal y como dice esta misma página
web somos narradores. Así que dentro de pocas fechas os informaremos de nuestro
primer hijo, un universo narrativo creado con todo lo que nuestra experiencia
como narradores puede aportar y con todo el corazón que hay que poner en esta
empresa. Un universo creado para el entretenimiento.
Ojalá
ese universo llegue al público y este disfrute tanto con él como nosotros
disfrutamos creándolo. Para cerrar la entrada de hoy no podemos resistirnos a
mostrar este vídeo, maravilloso y divertidísimo ejemplo de lo que hemos expuesto, en el que se
muestran las reacciones del público ante el último episodio emitido de la serie
Game of Thrones titulado “The Rains of Castamere”. Uno de esos episodios en el
que se produce un acontecimiento crucial para la historia pero que, como verán ustedes,
no deja al público lo que se dice muy indiferente.
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