El 1 de junio de 1938
llegaba a las librerías americanas el número uno de la revista Action Comics.
En la portada aparecía por vez primera el que es, probablemente, el arquetipo
de dios de la mitología de los tiempos modernos, la mitología súper-heroica:
Superman. Para celebrar su setenta y cinco cumpleaños las pantallas de cine de
todo el mundo reciben en estas fechas una nueva adaptación del personaje, el
blockbuster Man of Steel, con un
éxito de público y crítica casi unánime (hay que destacar que, curiosamente,
las voces más discordantes vienen de guionistas de la DC Cómics, editora de los
comics).
Nacido de la
imaginación de Jerry Siegel y Joe Shuster, Kal-El, último superviviente del
mundo desaparecido de Krypton, es a día de hoy, 75 años después de su primera
aparición, el icono más representativo de la mitología moderna. Si al hablar de
otro de esos personajes icónicos de la cultura popular nacidos en los años 30, Conan, decíamos que es
un antihéroe, un precursor de los personajes que habitualmente pueblan nuestro
cine y literatura más moderna; está claro que Superman está en el extremo
opuesto. Superman es el modelo de héroe encarnado, el molde en el que se han de
comparar todos los superhéroes.
Desde aquel lejano día
de primavera de los años 30 hasta hoy la popularidad del Hombre de Acero no ha
dejado jamás de crecer. Razón por la cual su figura es una de las más
representadas en todos los medios narrativos. Un personaje transmediático como
pocos, cuyas aventuras se han narrado tanto en el cómic que le vio nacer, comoen series de televisión, seriales de radio, novelas, videojuegos, juegos de roly en la gran pantalla. Un moderno Aquiles que nació en unos momentos muy
parecidos a los que estamos viviendo.
Y es que en tiempos difíciles
como estos el público necesita de héroes como Superman. Seres dotados de
capacidades sobrehumanas y de unos valores tan elevados que los conviertan en
referentes contra la injusticia que nos rodea. En sociedades tan
manifiestamente descreídas como la europea en general, o la española en particular,
podría parecer que dicho tipo de personajes están condenados al fracaso. Nada
más lejos de la realidad.
La popularidad de este
tipo de héroes es tan enorme aquí como fuera del Viejo Continente. Los valores
tan humanos que representan son patrimonio de la humanidad. Los hombres
necesitamos de héroes que nos inspiren. Si no se lo acaban de creer tan solo
tienen ustedes que hacer el favor de ver las audiencias semanales que tiene en
España la serie Águila Roja, que no es otra cosa que una especie de superhéroe
del Siglo de Oro.
Por ese motivo, por el
enorme éxito que tienen estos personajes entre el público, los miembros de
ShotWords no acabamos de explicarnos porque no aparece una nueva hornada de
héroes en la ficción nacional. Los creadores del Águila Roja lo comprendieron
bien; hay que quitarse los complejos, nuestro sentido del ridículo, nuestra
falas pose de estar de vuelta de todo. Necesitamos héroes que nos den
esperanza, aunque solo sea en la ficción. Por ese motivo le damos de nuevo la
bienvenida al Hombre de Acero. Ojalá en los próximos tiempos veamos nacer
muchos más dioses modernos que nos ayuden en estos tiempos oscuros.
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