lunes, 17 de junio de 2013

Tuiteratura


“Todos los creadores buscan nuevas formas de expresión”. Esta frase aparecía en un artículo de Toni García en El País Cultural del pasado 12 de mayo (edición digital, es la única que leo) y que hablaba de pasada de como el director de cine Steven Soderbergh era el último en iniciar una aventura literaria en la red social. El artículo, que se titulaba HA NACIDO LA TUITERATURA, hacía mención a este nuevo género, en el que en ShotWords hemos hablado ya en un par de ocasiones.

Basta pasearse por la interesantísima librería Panta- Rhei en Calle Hernán Cortés, 7, Madrid para comprobar que este género tan digital e internauta se edita en papel desde hace tiempo en el mundo anglosajón. Twitenovelas, diarios twiteados e incluso sesudos ensayos de doscientas páginas en 140 caracteres se amontonan en el mostrador que la librería tiene dedicado a rarezas exquisitas, como yo las llamo. Parece ser que el estadounidense Matt Stewart fue el pionero de este género, cuando en 2009 publicó en Twitter un libro suyo, La revolución francesa, que no conseguía editar por los cauces tradicionales. Quizá por pura chiripa o por clarividencia, Stewart inició la publicación diaria de sus 3.700 tuits hasta poner online los casi 480 mil caracteres del libro. Y por si sus seguidores se habían perdido en algún punto, ofreció su novela por Scribd y Amazon. 


En el 2010 Jordi Cervera publicó en el Twitter su novela Serial Chicken, a raíz de la Semana Negra de Barcelona, un evento dedicado al género policial. Cada microcapítulo estaba protagonizado por una gallina asesina, con lo cual la novedad era doble: la obra se difundía por tuits (aunque también lo hizo por Facebook, Vimeo, Flickr y Google Maps) y el personaje era un ave homicida... Sin duda de inspiración en el propio pajarito de Twitter.

El uso de las redes sociales para muchos está aniquilando el lenguaje escrito, hace que nuestros hijos escriban cada vez peor, sin tildes, sin puntos, con abreviaturas... La verdad es que parece que estamos en la era del lenguaje críptico (para leer algunos tuits hay que hacer un master primero). Pero Twitter se ha convertido en la gran red social, desbancando a Facebook y mientras dure la racha habrá tuiteratura para rato. Como sucede con todo en esta vida, algunos tuits pasarán al olvido, otros tal vez alcancen la calidad de clásicos o serán piezas de coleccionista u objeto de exclusivas colecciones, ¿quién sabe? Sin duda, Twitter ha conseguido crear más en torno a su red que Facebook, desde un género literario propio a acercar fans a sus famosos o ser un hit en la publicidad on line.  


Esto de los 140 caracteres recuerda mucho a la época de estudiante en Bachillerato, donde empleábamos frases brevísimas para sintetizar conceptos y que así nos fuesen más fáciles de memorizar en un examen. Aunque desde el punto de vista narrativo la mayoría aún gusta de microrrelatos más largos, es cierto que el que emplea el tuit como género  ha de ser tan diestro como lo éramos en la época de los resúmenes, esquemas y, digámoslo, chuletas.  Sintetizar una historia, provocar emociones, llamar a la reflexión, en 140 caracteres es un arte, una demostración de habilidad que muy pocos pueden permitirse aunque sean en realidad muchos los que la escriban. 

Hoy reseñamos aquí algunos de los tuits más originales de la obra CAPERUCITA TUITEADA, de José Luis de Zárate, que viene a demostrar como se puede componer un libro a base de tuits variando sobre el mismo tema, una práctica cada vez más habitual en esto de la tuiteratura. 

Una pareja de cada animal, pero el lobo se niega a subir al Arca sin Caperucita.

Después de hacer el amor el cazador no puede quitarse de la cabeza la idea que algo hay de lobo en Caperucita.

En la terapia para curar su adicción a otras especies Caperucita y el lobo se conocen.

A Caperucita no la aceptan en la manada y al lobo no lo dejan sentarse en la mesa familiar.

El lobo supo que todo había terminado cuando Caperucita se compró un perro.
Se decía que eran celos injustificados pero Caperucita Roja no podía dejar de ver con odio a los tres cochinitos.

Algunos temen al bosque, otros lo buscan incesantes, saben que una manada de caperucitas caza ahí.

La mandó vestida de rojo a un bosque plagado de lobos, sin armas ni compañía. La devoraron, pero no exactamente como quería la madre.

Era un bosque tan oscuro y peligroso que Caperucita y el lobo se abrazaron en la cama de la abuela sintiéndose, al fin, a salvo.

Somos uno, se dijeron con sus cuerpos, roto el límite entre las pieles. Los aldeanos no comprenden por qué Caperucita tiene sombra de lobo.

12 campanadas. El camino largo se volvió corto, Caperucita en Cenicienta, y el lobo feroz en un príncipe sin imaginación en el lecho.




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