viernes, 15 de marzo de 2013

Habemus Transmedia


A raíz de la reciente y esperada fumata blanca, resulta irresistible abordar el fenómeno de la elección del nuevo papa como el penúltimo capítulo de una historia que dura ya exactamente 2013 años.

Está claro que todo lo que rodea al Vaticano sigue cautivando a las masas, en parte porque los medios se afanan por presentarlo como un espectáculo con múltiples y fascinantes vertientes: el juego de poder, el secretismo del proceso, la parafernalia del vestuario, el suspense en torno a la chimenea, etc.

El despliegue informativo ha sido masivo, con episodios calificables de extravagantes (en prensa, infografías interactivas sobre el cónclave; en TV, esa rueda de prensa en la que el cardenal Lombardi detallaba los compuestos químicos de la fumata negra). Casi un show que parecía destinado a captar audiencia.  

Pero más allá del evento concreto, la propia religión cristiana ha sido analizada desde enfoques muy diversos: como una multinacional, una franquicia muy lucrativa o incluso una “marca” con un éxito publicitario asombroso. Yendo un poco más lejos, y sin ánimo de herir susceptibilidades o cuestionar la fe de nadie, proponemos un reto mayúsculo: demostrar que la Iglesia católica puede ser un caso excepcionalmente complejo de transmedia, es decir, una historia muy larga y extensa que se ha ido narrando en diferentes soportes y formatos a lo largo de veinte siglos.    


Para empezar, si bien son los evangelios los que cuentan la historia de Jesucristo (el protagonista), la Biblia tiene una precuela, el Antiguo Testamento, y muchos spin-offs, las vidas de todos los santos y sus respectivas reliquias. Objetos míticos como el Grial o el Arca de la alianza no hicieron sino expandir este universo, igual que las Cruzadas y, a otro nivel, los ensayos filosóficos de San Agustín, los autos sacramentales o la poesía mística de Santa Teresa.

Miles de arquitectos, escultores, músicos y pintores han trabajado para la iglesia, hasta el punto de que el arte sacro fue prácticamente hegemónico hasta el siglo XVIII. ¡Qué empresa no hubiese suspirado por tener a Leonardo o a Miguel Ángel como directores creativos! Por si fuera poco, tras el descubrimiento de América, numerosas órdenes (jesuitas, carmelitas, dominicos) se encargaron de llevar el mensaje al nuevo mundo, llegando incluso a prestar su nombre a un país: República Dominicana.       

En la actualidad, y aunque la institución eclesiástica no goza ya del esplendor pasado, esta especie de macro-campaña multimedia sigue muy viva: grandes producciones como la serie “The Borgias”, films como “Habemus papam”, de Nani Moretti, cientos de libros cada año en los que se toca el tema de un modo u otro, las recopilaciones navideñas de canto gregoriano, las procesiones de Semana Santa, la JMJ…

Tal y cómo tituló Hollywood la biografía de Jesús de Nazaret en 1965, se trata de “La historia más grande jamás contada”. Una historia que está todavía muy lejos de concluir. 




1 comentario:

  1. Siempre he pensado que George Lucas se inspiró en el portal de Belén para crear las míticas figuras de La Guerra de las Galaxias que lo hicieron rico

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