viernes, 26 de abril de 2013

El siglo del ebook



El pasado martes 23 fue el Día del Libro, como todos sabemos, pues el despliegue mediático en torno al evento alcanzó cotas sorprendentes: políticos recitando versos, editores a pie de calle lamentando la (mala) situación del sector, escritores firmando ejemplares hasta las diez de la noche, miles de actividades paralelas en decenas de ciudades, discursos y declaraciones bienintencionadas, etc. 

Aunque para el resto del año sería deseable una mínima parte de toda esta cobertura y atención pública, no hay que ponerle peros: fue una gran fiesta cultural y en ShotWords, por supuesto, la disfrutamos a fondo.

A la celebración estaban convocados todos los géneros, soportes y formatos: novela, relato, poesía, ensayo, cómic, divulgación, tanto en bolsillo como en rústica… Sólo hubo un ausente, que de no tener invitación previa pasó incluso a erigirse en una especie de villano o enemigo común: el ebook.

Por algún motivo aquí el libro electrónico es percibido más como “electrónico” (o sea susceptible de ser pirateado) que como “libro”, al contrario que en el ámbito anglosajón, donde gana adeptos y cuota de mercado sin entrar en conflicto con su pariente impreso.


Como narradores apostamos decididamente por la convivencia: porque el libro físico sigue siendo un objeto bello que nos recuerda lo mejor del ser humano, mientras que el ebook contiene un potencial enorme de cara a la narrativa del futuro (transmedia), gracias a la interactividad y el hipertexto. 

¿Por qué, entonces, despierta tanto recelo en nuestro país? Tal vez porque pone de manifiesto, de forma bastante cruda y palmaria, que los únicos realmente indispensables en este negocio son el autor y el lector, cuya relación directa, de tú a tú, es algo cada vez más normal. Por eso hablar de ebooks, y no digamos de autoedición, es, para el establishment, mentar a la bicha. 

No está de más recordar que, según los estándares contractuales, un escritor afortunado percibe apenas el 10% del precio del libro, y de esa ganancia todavía debe descontar el porcentaje de su agente o representante. El bocado del león, por tanto, se lo reparten entre el editor, el distribuidor y el librero. Ahora bien, de entrada, pese a quien pese, estos dos últimos ya no son necesarios con el ebook.



Obsérvese, por otra parte, la absurdidad: por una obra colgada en Amazon a dos euros, un autor puede llegar a embolsarse la misma cantidad que por un libro que al consumidor le cuesta veinte euros. ¿Es justo? ¿Es sostenible? ¿Es ético? Posiblemente no. 

Y otra cuestión: ¿qué ocurrirá con la figura del editor? Históricamente, se ha postulado como intermediario imprescindible, garante de calidad, dueño de un ojo clínico a la hora de distinguir qué merece ser publicado y qué no. Un rol privilegiado que ahora se ve amenazado por una democratización rayana en la anarquía: cualquiera puede subir un texto a Internet y dejar que sea el criterio de la mayoría el que prevalezca. 

Por eso, de un tiempo para acá, los editores se ven empujados a reivindicarse casi a diario, y eso no suele ser buena señal: algo falla si tienes que recordarle continuamente al mundo lo esencial que es tu labor.

¿Hay sitio para ellos en el siglo XXI? Claro que sí: los editores profesionales y honestos siempre serán un referente importantísimo.

Aquéllos que comprendan que el verdadero enemigo no es el ebook, sino las prácticas dudosas y, sobre todo, la mala literatura.   




2 comentarios:

  1. El tema de este artículo es de lo más interesante y actual. En mi humilde opinión, la gran ventaja del formato digital es la posibilidad de autoedición. Años atrás los escritores nóveles lo tenían crudo para poder sacar a la luz su proyecto, mientras que ahora cualquiera puede publicar en una de las numerosas plataformas de edición disponibles (amazon, bubok, etc...).
    Otra ventaja de este formato es la posibilidad de encontrar literatura "de culto" con mayor facilidad que antes, como obras antiguas o de géneros literarios de otras épocas (como los relatos "pulp").

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  2. Muchas gracias por tu aportación. Estamos de acuerdo con lo que dices, es una gran oportunidad para muchos escritores y géneros despreciados por las editoriales. Un saludo

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