Aunque
sus creadores la denominaron web serie, para el equipo de ShotWords La grieta
es el primer caso de ciberdrama en España que tenemos el placer de reseñar. Compuesta por seis
episodios de cinco minutos de duración que pueden verse desde la web www.serielagrieta.es, el proyecto supone un
ejercicio de exploración del drama y sus formas de planteamiento y difusión donde gracias a la Web
2.0 teatro y cine confluyen.
Esta
forma de entroncar drama y audiovisual no es nueva, desde luego. Ya lo hizo
Lars Von Trier en la atrevida Dogville (el equipo de La grieta afirma ser deudora) y más recientemente la maravillosa
Anna Karenina de Joe Wright, un bellísimo ejercicio de estilo que aunó danza, teatro y cine en la
adaptación de
esta novela. También recordaremos en nuestro país los Estudio 1, esas obras de teatro para TV que se podían ver en nuestros televisores una vez a la semana.
¿En qué estriba entonces la
originalidad de La grieta? Como venimos desarrollando en esta bitácora, en este siglo no estamos ante grandes
innovaciones narrativas sino más bien en revisiones de viejas fórmulas a las que ahora se les
puede sacar más
partido gracias a las nuevas tecnologías. Así, La grieta se convierte en un ejercicio donde la clara implicación del espectador ya está en el hecho de tener que esperar a que se suba a la web el próximo capítulo.
Las seis piezas teatrales están filmadas no con cámara fija sino con la destreza propia de su director, el onubense Julio Fraga, que mueve, se acerca, se inmiscuye en la escena con claro sentido dramático como hace el cine, alejando este ciberdrama de los mencionados Estudio 1.
Las seis situaciones tienen el mismo punto de partida: tres amigos (dos chicos y una chica) se reúnen para jugar (cada vez a un juego distinto que va desde las cartas a la Wii pasando por el parchís o el Monopoli) cuando una grieta en el techo interrumpe de algún modo la partida, sirviendo para que la dramaturga y guionista Gracia Morales explore en las relaciones humanas y los hilos que las entrelazan, fáciles de romper a la menor ocasión.
Las seis situaciones tienen el mismo punto de partida: tres amigos (dos chicos y una chica) se reúnen para jugar (cada vez a un juego distinto que va desde las cartas a la Wii pasando por el parchís o el Monopoli) cuando una grieta en el techo interrumpe de algún modo la partida, sirviendo para que la dramaturga y guionista Gracia Morales explore en las relaciones humanas y los hilos que las entrelazan, fáciles de romper a la menor ocasión.
La grieta que desde el techo acecha a los protagonistas imprime, según el tratamiento que se le da
en cada capítulo, tensión, urgencia, intriga, risa morbosa, miedo, drama... Hasta
llegar al final de esos cinco minutos con la resolución del conflicto, una veces de forma sorprendente y otras como un mazazo de realidad que da escalofríos. El espectador se queda con cierta incertidumbre, ¿adónde me quieren llevar con esto? Y es de esa forma como Gracia Morales consigue esa otra participación que el exigente consumidor del siglo XXI demanda: se siente obligado a indagar en sus propias emociones y redescubrirse en situaciones similares del pasado para entender a dónde le llevará todo esto.
Y así, al final
del visionado, el espectador se siente plenamente involucrado. Es consciente de que ha visto algo más que una anécdota. Así lo definen sus creadores en su web: "La GRIETA nos muestra un abanico de reacciones posibles de un
pequeño
grupo social ante una misma situación de urgencia y peligro". Este proyecto es, sin duda, de una
rabiosa actualidad.
Los tres
actores, Piñaki Gómez, Antonio Leiva y Larisa
Ramos, están
fantásticos
en sus interpretaciones. Los guiones de Gracia Morales, con idea original en la trama de Juan Alberto Salvatierra, son de una credibilidad
y una sinceridad aplastante. Y ya hemos hablado de la dirección de Julio Fraga, gran
director de actores que aquí se enfrenta a un ejercicio de realización muy complicado, un difícil equilibrio entre el teatro
filmado y el cine que él logra resolver con éxito. La realidad que manan de las relaciones y de los diálogos entre los personajes se sitúa en un espacio singular, el escenario de un teatro, que junto a esa grieta que perfectamente se podría decir que juega a lo simbólico, logran imprimir un aire de ensoñación a todo el ejercicio bastante embaucador.
Es su
deseo de explorar e investigar en el drama y sus aspectos formales usando como
canal de difusión la
Web 2.0 lo que convierte a La grieta en un
ciberdrama. Sin duda, el reto que afronta su equipo creativo es digno de
alabanza y esperemos que sirva de motor para otras muchas incitativas de este
tipo, que vienen a demostrar que el tiempo no pasa para el teatro, mas bien
todo lo contrario: el teatro avanza a la par que los nuevos tiempos.
Como todo lo que genera la Web, el punto de mira vuelve a estar donde siempre, ¿cómo se financian en España este tipo de proyectos sin una ley de mecenazgo (ni mecenas de la cultura), ni universidades privadas que respalden la investigación y la creación artística más innovadora? Ese es el difícil reto que se nos plantea a todos los que tenemos ganas de explorar. En Estados Unidos este tipo de proyectos son auspiciados por las universidades, que al ser privadas se apuntan méritos al promocionar y patrocinar a artistas emergentes y sus proyectos de ciberliteratura y cibredrama.
Como todo lo que genera la Web, el punto de mira vuelve a estar donde siempre, ¿cómo se financian en España este tipo de proyectos sin una ley de mecenazgo (ni mecenas de la cultura), ni universidades privadas que respalden la investigación y la creación artística más innovadora? Ese es el difícil reto que se nos plantea a todos los que tenemos ganas de explorar. En Estados Unidos este tipo de proyectos son auspiciados por las universidades, que al ser privadas se apuntan méritos al promocionar y patrocinar a artistas emergentes y sus proyectos de ciberliteratura y cibredrama.
¿A qué podemos aspirar nosotros, narradores del siglo XXI en un país que por no dar, ya no da ni subvenciones?
Desde
ShotWords os invitamos a ver La grieta. El próximo jueves se colgará en su web el epílogo que cierra este ejercicio
de ciberdrama. Nos gustaría que nos dieseis vuestra opinión y nos trasladarais vuestras
preguntas, ya que ShotWords tendrá el placer de entrevistar a su guionista, Gracia Morales,
para nuestro post de los lunes, iniciando así un ciclo de envistas a
narradores del siglo XXI que queremos poner en marcha en nuestra bitácora.
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