En
jerga económica suele decirse que cuando EEUU estornuda Europa se resfría,
poniendo de relieve la enorme influencia ejercida por la primera potencia
mundial. Esto es así en todos los ámbitos: tecnología, cultura, moda, etc.
Antes era relativamente común que cuando un pariente viajaba allí volviera con
regalos como el par de zapatillas Nike que todavía iban a tardar un par de años
en comercializarse en España. Hoy en día, sin embargo, el mundo ha cambiado de
forma radical: las tendencias viajan a la velocidad de Internet, hasta el punto
de que cabe afirmar que el futuro fue ayer.
Hablemos
de la tele, reina absoluta del ocio familiar desde mediados del siglo pasado y
que ahora, como casi todo, se enfrenta a un futuro incierto. Esta semana, sin
ir más lejos, hemos asistido entre atónitos e inquietos al cierre fulminante
del canal público griego, por una serie de motivos político-económicos no del
todo transparentes.
Y aquí, hoy mismo, amanecemos con titulares como
la guerra cainita por el fútbol entre Prisa y Mediapro o la carta desesperada
de Intereconomía pidiendo dinero a su audiencia para sobrevivir. Síntomas
de agotamiento de un modelo que depende casi exclusivamente de los muy mermados
ingresos publicitarios. Y esto, como narradores audiovisuales, nos afecta y nos
preocupa.
Pero,
¿cuál es la situación allá por las Américas? De entrada, nos llegan cada vez
más noticias de la plataforma Netflix, que ofrece películas y series en streaming
a cambio de una cuota mensual. Fundada en 1997, cuenta en la actualidad con
casi 2500 empleados, genera beneficios de más de 200 millones de dólares (2011)
y está sólidamente implantada en EEUU, Canadá, Latinoamérica, Irlanda, Reino
Unido y los países escandinavos, mercados donde suma en total 32 millones
suscriptores.
Al parecer España no entra dentro de los planesde expansión de la compañía por las elevadas cifras de piratería y el
desinterés del gobierno por atajarlas.
Además,
Netflix se ha lanzado también a producir contenidos, destacando la muy valorada
webserie “House of cards” (con Kevin Spacey) que ya mencionamos en nuestra
bitácora hace unas semanas. Se abre así la posibilidad de un consumo cien por
cien a la carta, pues es el espectador quien decide si quiere descargar los
capítulos individualmente o de golpe.
Hay
varias pruebas de que la llamada “Revolución Netflix” no es un fenómeno efímero
y circunstancial: en 2008 nace Hulu, que oferta gratuitamente (incluye
publicidad) programas y películas de Fox, NBC y otras grandes networks.
Y sobre todo llama la atención la nueva dirección emprendida por el gigante
Amazon: a principios de año se subieron a la web catorce pilotos para que el
público votase sus favoritos. En base a esas preferencias se han seleccionado
cinco series que se estrenarán a finales de 2013, entre ellas la comedia “Alpha
house”, protagonizada por John Goodman.
La
competencia se presume dura, pero ante todo enriquecedora, tanto para
consumidores como para creadores.
Eso
sí, en este escenario, las diferencias entre la Vieja Europa y el Nuevo Mundo
se hacen más evidentes que nunca…
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